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Dignificación de la fosa de Cazalla de la Sierra: 109 cuerpos exhumados |
Mi abuelo
Isidro Fernández sigue en una fosa común, como tantas personas en Andalucía, en
Hinojos (Huelva), consta como desaparecido y no está inscrita su muerte en
ningún registro civil, ¿hay mayor desprecio a su Memoria? Mi abuela y sus cinco
hijas (cuatro hijas y un hijo) han muerto con la pena de no recuperar sus
restos. De hecho, mi tía María (tenía doce años) y mi madre (9 años) no
visitaron su fosa en el cementerio de Hinojos hasta que no tenían más de 75
años cada una. Fue una tarde intensa de primavera hace ya unos años. Mi familia
espera aún que el Estado responda a la inquietud eterna de tantas familias que
tienen a sus seres queridos en una fosa común o en alguna cuneta.
¿Buscahuesos? Hay una expresión más agresiva,
pendenciera, provocadora y de mayor desprecio a las familias que buscamos a
nuestros seres queridos. Esto denota un desconocimiento total de la Historia de
España, un analfabetismo militante y una falta de rigor y sensibilidad solo entendible
en la derecha española, que nunca ha reconocido el Genocidio sufrido en España
como consecuencia de la Guerra Civil y el franquismo.
Los nietos
y nietas, tenemos que seguir defendiendo y reivindicando el “deber de la Memoria” (Reyes Mate), la
exigencia a la dignificación de los enterramientos, la exhumación de las fosas
y que la verdadera Historia de la represión se haga con respeto, dignidad y
verdad. No nos oponemos a que ellos,
dignifiquen y reivindiquen su
memoria, pero esa no es la nuestra. Hay que tener en cuenta, que casi todos ya
fueron enterrados y dignificados por el franquismo.
Como mi abuelo, fueron asesinados en Huelva
6.090 personas, muchas de las cuales permanecen en 119 fosas comunes, y que en Andalucía
hay más de 600 fosas y miles de personas “tiradas” en cunetas y fosas comunes
sin identificación. Durante más de 80 años, a nadie había inquietado esta
tremenda tragedia, salvo a sus familiares. La derecha española ha intentado que
mi “abuelo” cayera en el olvido. Que trascurriera el tiempo con objetivo de
borrar nuestros recuerdos. Ante tal injusticia, la tercera generación, nos sentimos
en la obligación moral, social y política, de pedir a nuestras instituciones,
ya democráticas: Verdad, Justicia y Reparación para las víctimas del
franquismo.
A pesar del
“chubasquero”, me indignan las palabras de los nuevos diputados de la extrema
derecha, utilizando el Parlamento, y demostrando un gran desconocimiento de la
realidad de nuestra memoria. Una realidad social que emerge de la desmemoria y
del olvido. Ayudaría más a “su” España actual la recuperación de la memoria y
el reencuentro de las generaciones, que el enfrentamiento y rechazo iletrado de
los sentimientos.
Si después
de más de ochenta años, no hemos sido capaces de recomponer un país destrozado
por el olvido, no podemos esperar que esta regresión y sus monsergas ideológicas
no pretendan acabar con la memoria. La pretendida humillación de las víctimas
del franquismo quiere impedir la existencia de mi abuelo y las múltiples
injusticias que recayeron sobre nuestra familia, y tantas familias.
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Zuela de unas botas fosa de Encinasola |
El uso de
palabras “gruesas” para influir en la agenda setting de los medios y en la
discusión de las tertulias del país, es un intento inútil de manejar un interés
espurio y de aparecer como los grandes defensores de una España inútil y
desmemoriada. Este acto refleja tal trascendencia que los colectivos
memorialistas no podemos quedar impasibles: el daño permanente a la memoria es
muy irrecuperable y necesita estar vigilante.
Cuando en
2006 presentamos la denuncia por crímenes de lesa humanidad y genocidio en la Audiencia
Nacional, confiábamos, seguramente de forma ingenua, que treinta años de
democracia habrían producido un efecto más positivo en determinados poderes del
Estado. Hoy comprobamos con tristeza que esto no ha sido así. De nuevo las
fuerzas fascistas y reaccionarias de este país, quieren seguir humillando a los
miles de desaparecidos y fusilados que aún permanecen en las cunetas o en fosas
comunes. Esto sí que es algo intolerable.
Seguramente
los “buscadores de huesos” no hemos sido capaz de penetrar en una sociedad
sorda al pasado y demasiado preocupada por un presente líquido que no nos deja
reflexionar y entender el contexto de lo que pasa. La cohesión de nosotros mismos
es más dependiente de la capacidad de mostrar nuestros objetivos “legítimos”, que
una visión manipulada de reabrir nada y menos, de reinterpretar la Historia,
pero queremos una Historia de la Verdad.
Mientras
nuestros abuelos sigan en fosas comunes o cunetas no habrá sosiego ni
reencuentro, y la Historia será de algunos, pero no será nuestra Historia.
Buscamos la verdad porque en ella está la conciliación, mientras no demos estos
pasos no habrá concordia, aunque alguien plantee cambiar la memoria por un
sutil consenso sobre nuevas palabras vacías que nos llevan a un olvido consciente,
por ello, vamos a exigir una auténtica Justicia sin subterfugios ni recovecos.
Con el
poder del voto y la transformación, la sociedad tiene que exigir a la Política
respeto con el dolor de las víctimas, no podemos permanecer impávidos a una
degeneración democrática de los sentimientos, con un diálogo inoperante que nos
traslada al pasado a través de una figura retórica inculta y
malintencionada. La Memoria, el “deber
de la memoria”, son elementos y vitales necesarios para la reconstrucción de
familias destrozadas por el fascismo, que ha inundado, hasta la putrefacción,
nuestras vidas y nuestro pasado.
La vivencia y recuperación de nuestro pasado,
es parte de nuestro futuro: como víctimas y como país. No podemos seguir inconmovibles
al desprecio y esperar que el despropósito de la incultura y el uso agresivo
del lenguaje busquen enterrar a las víctimas de nuevo, después de más de
ochenta años. Todo el trabajo de los familiares, las asociaciones y los
sectores progresistas del país han luchado para que se reconozca la verdad
sobre los crímenes franquistas y el genocidio sufrido por las víctimas. No nos pueden intimidar de nuevo los que
hacían las “sacas” con sus manipulaciones y una derecha lastrada por su pasado.
Necesitamos
seguir adelante con aquellos ciudadanos/as que se escandalizan con la tragedia,
el asesinato e ignominia. Las víctimas quieren reivindicar su pasado, construir
un país más democrático y sin revanchas absurdas, ni insultos. Eso sí,
seguiremos luchando por los “nuestros”, por su identidad, su Memoria y su
reconocimiento.
Rafael
López Fernández
Nieto de
fusilado por el franquismo
Sevilla, 26
marzo 2019