¿Buscadores de huesos?
Mi abuelo Isidro Fernández sigue en una fosa común, como tantas personas en Andalucía, en Hinojos (Huelva), consta como desaparecido y no está inscrita su muerte en ningún registro civil, ¿hay mayor desprecio a su Memoria? Mi abuela y sus cinco hijas (cuatro hijas y un hijo) han muerto con la pena de no recuperar sus restos. De hecho, mi tía María (tenía doce años) y mi madre (9 años) no visitaron su fosa en el cementerio de Hinojos hasta que no tenían más de 75 años cada una. Fue una tarde intensa de primavera hace ya unos años. Mi familia espera aún que el Estado responda a la inquietud eterna de tantas familias que tienen a sus seres queridos en una fosa común o en alguna cuneta.
¿Buscahuesos? Hay una expresión más agresiva, pendenciera, provocadora y de mayor desprecio a las familias que buscamos a nuestros seres queridos. Esto denota un desconocimiento total de la Historia de España, un analfabetismo militante y una falta de rigor y sensibilidad solo entendible en la derecha española, que nunca ha reconocido el Genocidio sufrido en España como consecuencia de la Guerra Civil y el franquismo.
Los nietos y nietas, tenemos que seguir defendiendo y reivindicando el “deber de la Memoria” (Reyes Mate), la exigencia a la dignificación de los enterramientos, la exhumación de las fosas y que la verdadera Historia de la represión se haga con respeto, dignidad y verdad. No nos oponemos a que ellos, dignifiquen y reivindiquen su memoria, pero esa no es la nuestra. Hay que tener en cuenta, que casi todos ya fueron enterrados y dignificados por el franquismo.
Como mi abuelo, fueron asesinados en Huelva 6.090 personas, muchas de las cuales permanecen en 119 fosas comunes, y que en Andalucía hay más de 600 fosas y miles de personas “tiradas” en cunetas y fosas comunes sin identificación. Durante más de 80 años, a nadie había inquietado esta tremenda tragedia, salvo a sus familiares. La derecha española ha intentado que mi “abuelo” cayera en el olvido. Que trascurriera el tiempo con objetivo de borrar nuestros recuerdos. Ante tal injusticia, la tercera generación, nos sentimos en la obligación moral, social y política, de pedir a nuestras instituciones, ya democráticas: Verdad, Justicia y Reparación para las víctimas del franquismo.
A pesar del “chubasquero”, me indignan las palabras de los nuevos diputados de la extrema derecha, utilizando el Parlamento, y demostrando un gran desconocimiento de la realidad de nuestra memoria. Una realidad social que emerge de la desmemoria y del olvido. Ayudaría más a “su” España actual la recuperación de la memoria y el reencuentro de las generaciones, que el enfrentamiento y rechazo iletrado de los sentimientos.
Si después de más de ochenta años, no hemos sido capaces de recomponer un país destrozado por el olvido, no podemos esperar que esta regresión y sus monsergas ideológicas no pretendan acabar con la memoria. La pretendida humillación de las víctimas del franquismo quiere impedir la existencia de mi abuelo y las múltiples injusticias que recayeron sobre nuestra familia, y tantas familias.
El uso de palabras “gruesas” para influir en la agenda setting de los medios y en la discusión de las tertulias del país, es un intento inútil de manejar un interés espurio y de aparecer como los grandes defensores de una España inútil y desmemoriada. Este acto refleja tal trascendencia que los colectivos memorialistas no podemos quedar impasibles: el daño permanente a la memoria es muy irrecuperable y necesita estar vigilante.
Cuando en 2006 presentamos la denuncia por crímenes de lesa humanidad y genocidio en la Audiencia Nacional, confiábamos, seguramente de forma ingenua, que treinta años de democracia habrían producido un efecto más positivo en determinados poderes del Estado. Hoy comprobamos con tristeza que esto no ha sido así. De nuevo las fuerzas fascistas y reaccionarias de este país, quieren seguir humillando a los miles de desaparecidos y fusilados que aún permanecen en las cunetas o en fosas comunes. Esto sí que es algo intolerable.
Seguramente los “buscadores de huesos” no hemos sido capaz de penetrar en una sociedad sorda al pasado y demasiado preocupada por un presente líquido que no nos deja reflexionar y entender el contexto de lo que pasa. La cohesión de nosotros mismos es más dependiente de la capacidad de mostrar nuestros objetivos “legítimos”, que una visión manipulada de reabrir nada y menos, de reinterpretar la Historia, pero queremos una Historia de la Verdad.
Mientras nuestros abuelos sigan en fosas comunes o cunetas no habrá sosiego ni reencuentro, y la Historia será de algunos, pero no será nuestra Historia. Buscamos la verdad porque en ella está la conciliación, mientras no demos estos pasos no habrá concordia, aunque alguien plantee cambiar la memoria por un sutil consenso sobre nuevas palabras vacías que nos llevan a un olvido consciente, por ello, vamos a exigir una auténtica Justicia sin subterfugios ni recovecos.
Con el poder del voto y la transformación, la sociedad tiene que exigir a la Política respeto con el dolor de las víctimas, no podemos permanecer impávidos a una degeneración democrática de los sentimientos, con un diálogo inoperante que nos traslada al pasado a través de una figura retórica inculta y malintencionada. La Memoria, el “deber de la memoria”, son elementos y vitales necesarios para la reconstrucción de familias destrozadas por el fascismo, que ha inundado, hasta la putrefacción, nuestras vidas y nuestro pasado.
La vivencia y recuperación de nuestro pasado, es parte de nuestro futuro: como víctimas y como país. No podemos seguir inconmovibles al desprecio y esperar que el despropósito de la incultura y el uso agresivo del lenguaje busquen enterrar a las víctimas de nuevo, después de más de ochenta años. Todo el trabajo de los familiares, las asociaciones y los sectores progresistas del país han luchado para que se reconozca la verdad sobre los crímenes franquistas y el genocidio sufrido por las víctimas. No nos pueden intimidar de nuevo los que hacían las “sacas” con sus manipulaciones y una derecha lastrada por su pasado.
Necesitamos seguir adelante con aquellos ciudadanos/as que se escandalizan con la tragedia, el asesinato e ignominia. Las víctimas quieren reivindicar su pasado, construir un país más democrático y sin revanchas absurdas, ni insultos. Eso sí, seguiremos luchando por los “nuestros”, por su identidad, su Memoria y su reconocimiento.
Rafael López Fernández, nieto de fusilado por el franquismo
Cuando se acerca el 4 de septiembre, fecha del asesinato de mi abuelo Isidro, he avanzado en la investigación de su lugar de nacimiento, he visitado Sena de Luna y me ido impregnando de su historia, de las razones de su trashumancia a Andalucía y las características de su vida y nacimiento en esta bella localidad del norte de León. Estoy preparando una publicación más completa.
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