domingo, 26 de agosto de 2012

Muñequita vestida con la risa, de mi carne y mi sangre en tu mirada

A mi hija Conchita.

Concha Morón y Antonia en Ubrique
Muñequita vestida con la risa
De mi carne y mi sangre en tu mirada,
Como frágil milagro de alborada,
Has venido a cantarnos tu sonrisa.
¿Qué genio del jardín y de la brisa
Me ha traído tu flor a la morada?...
Palomita de azul y blanco alada,
Como una esencia viva e imprecisa.
Eres rosa prendida en nuestra mente,
Que ha quedado grabada en nuestro pecho;
Te has hecho de agua pura tiernamente.
Y bordaste menuda en nuestro lecho
Una frágil corona incandescente,
Cuya flor ideal no se ha deshecho.
Alfonso Morón Bellerín.        Abril de 1952.

Alfonso Morón dedicó este sentido poema a su hija Concha en el 52. Donde encierra los profundos sentimientos de un padre, por una hija que acaba de nacer. Por la felicidad de ver perpetuada en esencia su vida y aquellas vidas de los que fueron fusilados por el fascismo (su abuelo Alfonso  y su tio José). Antes dediqué en el blog un recuerdo a su abuelo, y hoy, quiero dedicárselo a su tio, con un trozo de su biografia, que verá en breve la luz, de un trabajo largo, sentido y extenso, que su sobrina está dedicando a él.


José Hernández Marín

JOSÉ HERNÁNDEZ MARÍN (1909 – 1938)
Nació en Aljaraque (Huelva), en el seno de una familia socialmente bien considerada, donde había practicantes (su abuelo y su tío maternos) y jueces y maestros (en la familia paterna). Su padre era vigilante. Fue el mayor de los tres hijos que tuvieron Lázaro y Luisa, y el único varón. Sus dos hermanas menores eran María, tres años menor que él, y Anita, a quien llevaba 7 años. Estuvo  casado con Mª Josefa Garrido Gómez de quien se separó muy pronto y no tuvo hijos.
Su padre murió cuando él contaba apenas 14 años y eso condicionó su formación, Mercantil y Contable, y su vida familiar pues, si bien su hermana mayor no vivía con ellos (había sido acogida en Sevilla unos años antes por una tía materna para hacerse cargo de su educación financiándole después la carrera de Magisterio), él tuvo que trasladarse a Sevilla dejando a su madre y su hermana pequeña en Aljaraque. Con esta última estableció una relación paterno filial que su hermana apreció siempre. Pocos años después ella se vino también a Sevilla –trabajó de telefonista en la Exposición Iberoamericana de 1929- y volvieron a verse con más frecuencia.

En consecuencia, con 15 años empieza a trabajar como empleado del  Banco Internacional de Industria y Comercio de Sevilla gracias a la influencia de familiares cercanos que lo ayudaron. Allí ejerció de Oficial de Correspondencia y Contabilidad desde el 20 de septiembre de 1924 hasta el 30 de enero de 1928.
Con 19 años accede a la Empresa “Islas del Guadalquivir”, de Puebla del Río (Sevilla), donde trabaja como Auxiliar de Contabilidad varios años, desde febrero de 1928.

La proclamación de la Segunda República Española le produce gran satisfacción desde su opción política y su compromiso como militante de base de Unión Republicana. En 1932 se había afiliado al Partido Republicano Radical y después de la escisión encabezada por Diego Martínez Barrios, José Hernández optó por la nueva formación –Unión Republicana- que en 1934 se había opuesto a la alianza de Lerroux con la derecha representada por la C.E.D.A. para acceder al gobierno. José Hernández sería Interventor por Unión Republicana en las elecciones de febrero de 1936. Sus principios se cimentan en el seno de una familia de clase media, católica y monárquica, donde se acepta su discrepancia política con el mismo respeto que su agnosticismo declarado. Era inteligente, alegre y cariñoso, y su madre le tolera con gran sentido del humor las burlas hacia su beatería.

Su último trabajo, también como contable, se produce en “Comercial Pirelli”, desde el 1 de diciembre de 1933 hasta el día antes de su detención, el 10 de junio de 1937.
Su domicilio en Sevilla durante el tiempo que duró su matrimonio fue en la Avda. Menéndez y Pelayo, nº 18.  Pero poco después de la toma de Sevilla por los fascistas, se separó de su mujer y estuvo hospedado en una pensión de la Calle Miguel del Cid, nº 18. Allí se alojaba cuando fue detenido y encarcelado el 11 de junio de 1937. Así se relata la detención en el proceso:
“...decidiendo huir antes de caer en manos de las Autoridades, ya que se consideraba descubierto, lo que efectuó, si bien antes dice, que para despistar al Gonzalo, le dijo que si estaba dispuesto a acompañarle a la cita, y como este aceptara lo citó a las diez de la noche en la fonda, a donde ya no volvió, marchando por distintas calles de la capital, muy particularmente en los barrios, y la noche ya encima, suplicó a una prima suya llamada Rafaela González le permitiera dormir en su casa, San Luis, 59, negándose ésta, por lo que entonces cogió un taxi y fue al Pabellón Árabe del sector sur de la Exposición, con el propósito de ir a casa de su amigo Don Fernando Ruiz, pero como la puerta estuviera cerrada y era las diez de la noche, no llamó, marchando hacia unos cardos en donde se agachó, y allí pasó la noche creyendo que todos los rumores eran los pasos de los policías, que luego marchó al barrio del Porvenir, donde desayunó, marchando luego a casa de su amigo Don Fernando, al que pidió veinticinco pesetas y pidiéndole también alojamiento, este se lo negó, por lo que se encaminó al Puente del Guadaira y alrededores hasta próximamente las diez y siete horas, que fue detenido de sorpresa por dos Guardias Civiles disfrazados de campesinos”

La desesperación que se desprende de este relato, el terror y el desamparo sufrido durante más de veinticuatro horas de huida pidiendo el auxilio que le fue negado por las personas a las que se dirigió, y, finalmente, su detención tan esperada y tan temida, llenan de dolor a su familia que al leer estas amargas palabras deciden dar a conocer su historia y la historia de esta Causa, de sus compañeros. El haber intuido su final le llevó a tener ideas de suicidio, como le confesó a su amigo Miguel Toscano quien lo explica así en su declaración:
“Que de la entrevista tenida con el D. Samuel el Hernández se enteró porque este se la contó y le dijo que dicho Sr. era policía y había caído en una celada y que por lo tanto convenía fuera a decírselo a su mujer para ver si podía ocultarse en alguna parte, lo que efectuó, habiendo visto luego que el Hernández no concurrió a la oficina por lo que supuso había huido ya que así se lo manifestó como igualmente añadió que se iba a suicidar”.
El procedimiento (4 de agosto de 1937) que se abrió contra él y siete personas más fue estremecedor. Concha ha trabajado en estos últimos años, para que esa CAUSA se conozca y para rendir homenaje a las ocho víctimas, que “INTENTARON DERROCAR A QUEIPO”: ¿Una ingenuidad? El resultado: JOSÉ HERNÁNDEZ MARÍN MURIO FUSILADO EN LA TAPIAS DEL CEMENTERIO DE SEVILLA y siete más.

jueves, 23 de agosto de 2012

Las Maqueda: Una familia marcada por el fraquismo y la Guerra Civil



Paqui y Mª Angeles Maqueda
PAQUI MAQUEDA, lleva años luchando por la Memoria, la Justicia y la Reparación de tantos como han sido olvidados por la Democracia y la Transición. En la Asociación Memoria Histórica de Andalucía, realiza una labor fundamental en la lucha por los DERECHOS HUMANOS  de las víctimas del fascismo español. A continuación puedes leer cuatro historias desgarradoras que han condicionado su vida, sus sentimientos y su visión de la Democracia en este país.

JUAN RODRÍGUEZ TIRADO
No sabemos la fecha exacta de su nacimiento, debió ser en el año 1.864. Era natural de Carmona (Sevilla) y fue fusilado el 22 de Agosto de 1.936 en las tapias del cementerio de Santa Ana, (en su pueblo) en la aplicación del temido “bando de guerra”, por las tropas fascistas que tomaron este pueblo el mes anterior. Tenía 72 años y en el pueblo lo conocían como “el cubero” ya que se dedicaba a hacer cubas de madera. En su partida de defunción, (su muerte fue inscrita en el año 1.940, cuatro años después de su asesinato) figura la causa de su muerte en estos términos: “fallece a consecuencia de operaciones militares habidas en ésta ciudad”, triste eufemismo que el régimen de Franco utilizaba para enmascarar los crimines que bajo su mandato se llevaron a cabo.
Hoy sus biznietas estamos intentando recuperar el nombre y la dignidad del bisabuelo, del que conocemos pocos datos. Tenemos la suerte de que   sobrevive un hijo de 88 años que todavía le llora, del que hemos recogido un testimonio muy valioso. Nuestro tío abuelo Juan (lleva el nombre de su padre) que vive actualmente en Barcelona, nos dice que lo fusilaron a su padre por ser de izquierda, un hombre de ideales republicanos, que solo quería que esta sociedad fuera más justa. Cuando entraron las tropas fascistas (el 22 de Julio), después de una resistencia heroica llevada a cabo  por los hombres y mujeres de éste pueblo, fue detenido junto a cientos de personas, siendo recluido en “la casilla”, el nombre de la cárcel del pueblo donde estos hombres y mujeres se hacinaban días tras días esperando una muerte segura, una “saca” nocturna que los llevaría a distintos lugares, el cementerio o quizás una cuneta camino de un pueblo cercano, donde los fusilaban. Para vergüenza de éste país olvidadizo, sus cuerpos yacen todavía en estos lugares. También nos cuenta su hijo  que le asesinaron porque sus hijos mayores (Enrique y Pascual) eran anarquistas y participaron en la defensa del pueblo; al entrar las tropas, sus hijos huyeron y fueron a buscarlo a él.
Después de su asesinato sus bienes fueron incautados según el Bando que con fecha de Noviembre el Excelentísimo General del Sur, Don  Gonzalo Queipo de Llano, urdió para quedarse con los bienes de las personas que eran “ajusticiadas” por su condición de rojos. Sin más tribunal ni juez que las órdenes que éste criminal de guerra (conocido como el “carnicero de Sevilla”) dictaba a placer. La casa pasó a manos del estado y su mujer y sus dos hijos de 17 y 5 años de edad, fueron acogidos por familiares temporalmente. Los mayores (de 30 y 27 años) habían logrado huir para defender la República durante los tres años de Guerra Civil.


JUAN RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ
Juan nace en Carmona, el 14 de julio de 1.919. Es conocido por el mote de su padre “el cubero”. El 18 de Julio de 1.936, cuando las tropas del ejército rebelde sublevado contra la República toma la provincia de Sevilla, su padre es detenido, siendo fusilado en las tapias de cementerio de Carmona, el 22 de Agosto de ese año. Sus dos hermanos mayores, Enrique de 31 años y Pascual de 26, huyen con otros compañeros del pueblo con el objetivo de frenar el avance fascista en los pueblos de los alrededores de Carmona, pueblos que van cayendo inexorablemente, a pesar de la defensa de sus habitantes, uno por uno ante el ejército rebelde. Juan se queda solo con la mujer de su padre (su madre falleció y su padre se había vuelto a casar) y un hermano más pequeño, de 5 años de edad, Antonio. No conocemos la fecha exacta, pero después de estos hechos y por orden del General de la Segunda División Sur, Gonzalo Queipo de Llano, es incautada la vivienda donde residía la familia, quedando en la más absoluta miseria. Son acogidos por unos familiares que temporalmente se prestan a ello. 
Después de estos dramáticos hechos, y con apenas 17 años, es obligado a alistarse en el ejército de Franco. La explicación dada era que al ser familia de rojos, seguro que en las filas de éste ejército se haría por fin un hombre y limpiaría el deshonor de ser familia de republicanos.
En plena Guerra Civil, Juan, a pesar de luchar en el ejército fascista, ansía pasarse a las filas republicanas, donde sus hermanos combaten y luchan por los aquellos ideales por los que fue asesinado su padre, un buen hombre de “izquierdas”, como lo define su hijo. Una noche, en plena batalla, lo consigue. Es escalofriante escuchar de su boca como lo hizo. Cuando la guerra termina, Juan es apresado y conducido a un campo de concentración en Jaén, en el pueblo de Higuera de Calatrava. Desde allí pasó a la prisión de Jaén, desde donde sale para conocer en Carmona el triste fin de sus hermanos, Enrique, encarcelado y Pascual, asesinado en La Carolina (Jaén), a manos de unos falangistas.
Tenemos la suerte de que Juan sobreviva hoy a esta dura historia. Hasta Barcelona, donde actualmente reside,  se desplazó una Sobrina-nieta, que con la intención de reconstruir la historia familiar, le hizo una entrevista gravada en video, donde quedan recogidos los hechos citados. Es un buen hombre que continúa llorando a su padre y que nos ha pedido que hagamos lo posible para que le devolvamos la casa familiar antes de morirse. Su casa. 
Hoy los  descendientes de esta gran familia que fueron los Rodriguez (“los cuberos”) no solo queremos hacer lo posible para devolverle la casa, sino hacer lo imposible por devolver el orgullo y la dignidad a nuestros familiares, que no solo sufrieron humillación, sino que fueron luego olvidados durante 70 largos  años. 
Cuarta generación de Maqueda , aprendiendo de Paco Marin
ENRIQUE RODRÍGUEZ RODRÍGUEZ

Enrique Rodriguez Rodríguez  tenía 31 años cuando participó en la defensa del su pueblo, Carmona, frente al avance de las tropas fascistas, que intentaban tomar Sevilla y su provincia. Nació el 20 de julio de 1.905 en Carmona y era conocido por el mote de su padre, “el cubero”. Hijo de Juan Rodriguez Tirado, su padre fue fusilado en Agosto del 36 en las tapias del cementerio de Carmona, en la aplicación del temido “bando de Guerra”, un mes después de que Enrique y su hermano Pascual huyeran de Carmona.
Era mi tío- abuelo y hoy sus biznietas queremos recuperar el nombre y la dignidad de este hombre, cuya vida fue trágicamente marcada por la Guerra Civil española. 
Miliciano anarquista (en los documentos de su expediente jurídico-militar lo acusan también de comunista), cuando los fascistas entraron en su pueblo huyó junto con su hermano Pascual y otros de su pueblo a defender la República por Brenes, Cantillana, El Pedroso y Constantina. Poco después  se unió a la Brigada 77 que marchó a la defensa de Madrid, con un tal “Savín” a la cabeza, compañero de andanzas de su pueblo. Allí participó en la batalla del Jarana. Formó parte también de la Brigada 50, que marchó a Guadalajara. Al final de la guerra vuelve a su pueblo con el compromiso de presentarse en el cuartel de la Guardia Civil para ser interrogado. No sabemos si esto pasa o no, los datos que tenemos son de su expediente, que consta en el Archivo Militar de Sevilla y estos datos dan saltos increíbles. Si sabemos, porque su hermano, que vive todavía y que tiene 88 años nos lo ha contado, que se dedicaba a amenazar de muerte al que él creía ser el instigador del asesinato de su padre y que éste personaje, lo denunció a las autoridades, que lo detienen poco después. A partir de éste momento su vida es un calvario de entradas y salidas de la cárcel de Sevilla, de juicios y condenas a destierro (no podía entrar en Carmona, algo que él incumplía continuamente) y de años de condena a trabajos forzados, en la construcción del Canal del Bajo Guadalquivir, conocido como el Canal de los Presos, en la provincia de Sevilla. Allí estuvo años, soportando junto a sus compañeros condenados como él, duras condiciones de vida, humillado como persona, vejado por su condición de preso político.
Yo conocí a mi tío-abuelo Enrique, cuando era  ya muy mayor. Se presentaba en la casa de mis padres para que éstos le dieran un plato caliente de comida, lo poco en que mis padres, con cinco hijos, le podían ayudar. Recuerdo que cuando venía a casa, me daba miedo. Yo era solo una niña y él era el hombre más triste y solo del mundo, amargado y huraño, apartado de las reglas sociales, inadaptado y solitario. Murió en el año 1.993, acogido en el Asilo de las Monjas de la Caridad, en su pueblo. Es para mi un orgullo haber compuesto su historia personal  y lo único que lamento es que el silencio impuesto en éste país por la dictadura franquista primero y por la transición después me haya impedido hacerlo antes. Vaya para él amor y la  admiración de su familia. 
En Ubrique enterrando a las 13 personas exhumadas en El Bosque.

PASCUAL RODRIGUEZ RODRIGUEZ

Pascual nació en Carmona (Sevilla), el día 28 de Marzo de 1.909. Conocido en el pueblo por el mote familiar “el cubero”, con 26 años participó en la defensa de este pueblo frente al avance de las tropas fascistas en el alzamiento militar del ejército comandado por el General Franco el 18 de julio de 1.936. En la toma del pueblo, el 22 de Julio, logra huir con su hermano Enrique y con otros compañeros, buscando refugio y defendiendo los pueblos de Brenes, Cantillana, Constantina, etc. Se inscribe en la Brigada 77 comandada por un tal “Savín”, de su mismo pueblo y marchan a Madrid. Allí participa en la defensa de la ciudad, en la batalla del Jarama y en Guadalajara, con la Brigada 50. Un mes después de su huida, su padre, Juan rodriguez Tirado, es fusilado en las tapias del cementerio de Carmona, a la edad de 72 años, en la aplicación del tristemente conocido “Bando de Guerra”.
No sabemos que fue lo que provocó que en el transcurso de la guerra se separase de su hermano Enrique, del que siempre estuvo muy unido. El expediente Jurídico-militar de Pascual, que consta en nuestro poder, describe  que la noche del 22 de Agosto de 1.939 (ya acabada la Guerra Civil) fue sacado del S.I.P.M de La  Carolina, donde estaba detenido para practicarle un interrogatorio .En el transcurso de éste, Pascual se escapa de sus guardianes  y sale corriendo por las calles de la ciudad. Los falangistas le dan el alto, pero él continúa corriendo. Le disparan varias veces, hiriéndolo de muerte. Este expediente fue abierto para establecer responsabilidades por el hecho de su muerte, a manos de los falangistas que lo custodiaban. Años más tarde y en una falsa de juicio, eximen de toda responsabilidad  a los responsables de su muerte. Esa era la justicia de Franco. La auptosia que se le practica al cadáver de nuestro familiar nos revela datos escalofriantes, entre ellos sus últimas palabras, cuando refugiado en un portal de una casa, herido de muerte y sabiéndose sin escapatoria, llama a gritos a su madre. Pero si algo positivo podemos sacar de éste expediente es que gracias a él conocemos como era nuestro tío-abuelo Pascual, ya que la auptosia lo describe como “…un sujeto con barba descuidada, moreno, enjuto de carnes, vistiendo pantalón negro, camisa caqui y alpargatas negras…”. La rabia y la pena se mezclan al leer las páginas de su auptosia. Pascual murió el mismo día que su padre. A este lo asesinaron al inicio de la contienda; a Pascual al final. Con dolor y con orgullo, hoy sus familiares intentamos escribir la historia personal de nuestro tío-abuelo Pascual, del que nunca supimos nada. La decisión de buscar en los archivos corresponde a un deseo de dignificar el nombre y la memoria de nuestro familiar, tristemente olvidado durante 70 años.


lunes, 16 de julio de 2012

ANTONIO DEL VALLE BERMÚDEZ (Paterna del Campo)


ANTONIO FUE FUSILADO EN LAS TAPIAS DEL CEMENTERIO DE ALMONTE DONDE CONTINUA EN UNA FOSA COMÚN
Familia de Antonio del Valle

Autora
Sofía del Valle López (Bélgica)
Abuelo, tu ausencia dejó abierta una herida que no dejaría jamás en paz al niño que te acompañaba cuando vinieron a buscarte.  Esa herida se transmitiría a cada uno de sus hijos.  
Nunca le oí una palabra, fue mi madre la que nos nutrió con historias de la república, de la sublevación y de la represión.  Sin embargo sé que siempre lo atormentaron los recuerdos de ese maldito día de agosto de 1936 que acabó brutalmente con su padre y de paso con su niñez. 
Con ese niño herido para siempre, abuelo, atravesaste el tiempo para clavar en cada uno de tus nietos tu ira frente a la injusticia y tu fe en un mundo mejor.
 Antonio del Valle Bermúdez nació un 28 de septiembre de 1885 en Paterna del Campo, se casó con Isabel Menudo Menudo en 1908 y tuvieron 11 hijos de los cuales sobrevivieron ocho: Carmen, Pastor, Antonio, José, Isabel, Cristobalina, Francisco y Manuel.  
Antonio y Isabel eran pelentrines: las tierras que cultivaba mi abuelo daban para alimentar la familia. Tenía un olivar con una choza en El Junquillo, más allá de Tujena, hacía la Pata del Caballo. Allí le gustaba llevarse a su hijo Paco a pasar unos días trabajando. El niño lo acompañaba orgulloso en su caballito pardo que le había regalado su padre.
Antonio no tenía afiliación política ninguna, pero cuando sus hijos Antonio y José empezaron a militar en UGT y Izquierda republicana, a pesar de la condena de la familia, muy naturalmente les brindo su apoyo. 
Durante las huelgas revolucionarias de octubre de 1934, la izquierda se organiza por toda España para detener las fuerzas y frenar la brutal represión que se abatía sobre los obreros. Su hijo Antonio del Valle Menudo fue acusado por la CEDA de haber sido el instigador de la quema de la iglesia de Paterna del Campo la noche del 7 de octubre de 1934 y encarcelado con muchos más en La Palma del Condado. Allí fue a verlo todas las semanas hasta su liberación poco después de la victoria del Frente popular en febrero de 1936.  
Quizás fue ese el motivo de la discusión un tanto animada en la cual  Antonio del Valle Bermúdez hirió al boticario de una cuchillada el 8 de marzo de 1935.  Según el ABC de ese día vino la guardia civil a detenerlo pero, al retirar su queja el boticario, Antonio fue liberado.   
Tras las elecciones de febrero de 1936 y la victoria del Frente popular sus hijos Antonio y José del Valle Menudo fueron nombrados concejales y teniente de Alcalde en Paterna del Campo.  
La vida transcurría tranquila, pasaban los días en El Junquillo trabajando con su hijo.  Paco tenía 13 años cuando el levantamiento del 18 de julio de 1936.  
 El 27 de julio de 1936 los bombardeos aéreos abrieron camino a los sublevados  hacía Paterna. Los vecinos dejaron sus casas y huyeron a la sierra hasta que dejarán de caer bombas.  El 28 de julio Paterna del Campo estaba en manos de los fascistas. Los republicanos, con ellos mis tíos Antonio y José, se fueron hacía la Pata del Caballo para organizar la resistencia. 
Antonio y esposa
Antonio del Valle Bermúdez organizó el abastecimiento de sus hijos en El Junquillo, donde se llevó a Paco. Siguieron como siempre, trabajando la tierra y durmiendo en la choza. El 19 de agosto de 1936 la guardia civil y los falanges vinieron a buscarlos. Obligaron al niño a probar la comida por si acaso. Los ataron los dos al caballito pardo y los apalearon por el camino hacía el pueblo, insultándolos y amenazandolos.  Pasaron por otra finca donde apresaron más campesinos y así llegaron a la cárcel que habían improvisado en el ayuntamiento.  
 El niño se orinó de espanto, caminando hacía lo que el creía también su muerte.  Sin embargo, al no tener 14 años, lo dejaron marchar a su casa donde enfermó y se negó a ir a ver a su padre a la cárcel durante los 4 días que se quedó en Paterna esperando el camión que los llevaría a él y sus compañeros de infortunio a la muerte.  
De nada sirvieron las suplicas de Antonio para ver a su Paco, pues el niño seguía aterrorizado, negandose rotundamente en volver a la cárcel a ver a su padre. Más tarde Paco llegará a lamentarlo hasta su ultimo soplo.
El 23 de agosto de 1936 el camión que había traído la imagen del san Bartolomé de Bollullos se llevo a los prisioneros camino a alguna tapia de cementerio. Antonio del Valle Bermúdez iba con ellos.  
Hay un valor que surge de la desesperanza, cuando ya no queda nada que perder, Antonio subió al camión con el puño alzado al grito de « viva la república » y ese grito estremeció a medio pueblo.  
Su mujer y sus hijos se vistieron de luto, pues sabían que jamás volverían a verlo.  El 30 de agosto de 1936 llamaron de Almonte para informar que habían detenido a Antonio del Valle. No cabía duda, cómo se iba a imaginar mi abuela Isabel que se trataba de su esposo si lo creía muerto desde el 23 de agosto, día en que se lo llevó el maldito camión. Entonces todos pensaron que se trataba del Antonio del Valle Menudo e Isabel tembló por su vida.   
Entonces mi tío abuelo, conocido por « Parrón », hizo el camino a Almonte para enterarse de que en realidad se trataba de su hermano Antonio del Valle Bermúdez. Cuando volvió le dijo a mi abuela que ya no estaba… Esas palabras tenían su significado bien conocido de paredón, de fusilamiento, de cuneta o de fosa común.
Más tarde se entero la familia que Antonio había saltado del camión con un compañero de Escacena en las cercanías de Almonte. No tuvo suerte porque le alcanzo una bala en la pierna y tuvo que esconderse en la Dehesa de Almonte hasta que un guardia de campo, « El blanco », lo denunció.
El resto lo podemos imaginar sin dificultad ninguna: se lo llevarían hacía la tapia del cementerio de Almonte donde le dispararon. Bajo lo que queda de la puerta del cementerio viejo, hoy parque público, yace el cuerpo de Antonio del Valle Bermúdez en la fosa común donde  tiraban los asesinados.   
A pesar de sus 13 años y del miedo que nunca más lo dejaría en paz, Paco siguió camino hacía el campo llevándole comida a los hermanos, bajo el estiércol en los serones de la mula. Por el pueblo, a veces, cruzaba uno de los asesinos de su padre y le oía decir tras una carcajada : « que lástima que no tuviera un añito más »…
Mi tío Antonio siguió la lucha hasta no poder y pasó a Francia con la retirada, allí conoció los campos de concentración de la democracia. José estuvo escondido en Paterna y se rindió en 1939. Fue encarcelado durante varios años en los campos de concentración del franquismo, de Huelva a Almería hasta Algeciras. Se jugó la vida y sin el testimonio de gentes de bien no hubiese podido contarlo.   
Cada uno llevó su vida como pudo, tratando de sobrevivir a tanta violencia y tanto odio. 
Paco se caso con Rosario y tuvo 4 hijos. En 1964 emigraron a Bélgica, donde un accidente laboral le pondrá un punto final a todos sus proyectos en junio de 1967.
Paco era mi padre. Llevaba el alma destrozada y la vida atormentada, marcado en forma indeleble por ese maldito día de agosto del 1936. Llevando a cuesta la culpabilidad de estar vivo mientras su padre había muerto. No se perdonó jamás  haberse negado a ir a verlo a la cárcel del ayuntamiento.  
Soy la más pequeña de los nietos de Antonio del Valle Bermúdez y mis pasos me llevan hoy por el camino que pisó mi abuelo a ver hasta dónde me lleva su historia.
Nunca encontré su partida de nacimiento. Pero al acordarme que mi abuela tuvo que declarar su desaparición para sacar pasaporte en 1949, busqué en el juzgado la partida de desaparición que consta que Antonio del Valle Bermúdez desaparecio el 23 de agosto de 1936 de Paterna del Campo por causa « del glorioso movimiento nacional »…
Paso a paso he de seguir buscándolo porque estoy convencida de que ese 23 de agosto en el que se llevaron a Antonio seguirá acosando a nuestra familia con sus fantasmas hasta que podamos escribir toda la historia y rehabilitar su memoria.


miércoles, 27 de junio de 2012

MARIQUITA LA CHICHARA, MI ABUELA

         

Isidro, mi abuelo

Mi abuela María, Mariquita la Chíchara, en los últimos años de su vida, se llevaba todo el día trajinando en su choza de la calle Sanlucar, (de donde salió mi abuelo para ser fusilado el 4 de septiembre de 1936), algunas vecinas venían a verla, a veces algunos de sus hijos o de sus nietos; pero ella prefería pasar el día sola, en su choza: cuidando de sus gallinas, de los pollitos, de sus macetas, amasando pan y haciendo jallullas, ¡todo el día enredando! Por la tarde noche, se iba a casa de mi prima Juanita, su nieta mayor, y allí se quedaba a dormir. Mi prima Juanita era para ella como una hija. Era la primera nieta, estaba casada y siempre la trató como a su madre: con cariño, dulzura y delicadeza. Todos los días se levantaba muy temprano y volvía a la choza. –Abuela, ¿dónde va usted, tan temprano? –decía mi prima Juanita. ¡Tengo que cuidar de mis gallinas: darles de beber, ¡que estarán sequitas!; sacarlas del gallinero, recoger los huevos, que si no, se los comen los gatos y las ratas; además no voy a tener mi casa todo el día abandoná –le contestaba mi abuela, enfadada. Eran, la mayoría de los días, las siete u ocho de la  mañana.


Luz Divina, mi madre

         Todo el día se llevaba bregando en su casa y en sus cosas, ya era mayor, siempre esperaba de forma paciente y con ansiedad, la llegada de mi tío Isidro de la Marisma de Doñana, donde estaba de guarda; hablaba con la tata Isabel “La Coraje”, que le llevaba un cafelito a media mañana; algunas tardes la pasaba con Inés “La Tábana”, hablando de sus cosas: cosas de viejas –decían las dos riéndose; el “Rubio Calavera”, pasaba por la puerta y se metía con ella: Mariquita, ¿todavía no es hora?, mientras mi abuela pintaba el zócalo de gris y barría la puerta de la choza; a veces, Manolito “El de Cobo”, le ayudaba a meter la leña dentro de  la choza, para que no se la llevaran de la puerta –que buena persona era Manolito y que mala suerte ha tenido, el pobre –se lamentaba entre dientes mi abuela. Casi al final, le dieron una paguita escasa después de la muerte de Franco, ¡una miseria!

         Su vida fue muy dura después del asesinato de mi abuelo. Mujer estigmatizada en una sociedad oscura y represiva. Mujer de “rojo” fusilado por el franquismo. Frágil y fuerte; sensible y resistente; dulce y dura. Para ella, la vida fue de negro: luto siempre, pañuelo negro, toca negra, medias negras. Recuerdo a mi abuela: siempre de negro. Con cinco hijos, la mayor con doce años; trabajó intensamente, pero se veía feliz, a veces la escuchabas canturrear mientras hacía sus cosas en el corral o en la zona del horno. Su horno de leña era su sustento, cargaba con la leña a la espalda, lo caldeaba por la mañana muy temprano, hacía pan bazo y  jallullas, que vendía a la calle. Con esto sacaba para ir tirando. Tenía gallinas, cochinos, sembraba un huerto en el corral, cerca de la Marisma: con ajos, cebollas, melones, sandias, tomates, pimientos. Hasta que la “Madre” lo inundaba todo. Todo para el sustento del día a día. Incansable, no paraba en todo el día.

Mi madre y mi tía, muy jóvenes, se fueron a “servir”, ganaban poco, pero eran dos bocas menos. Cuando mi tía Ángela fue mayor, mi abuela la mandó a “servir” a Sevilla, en una casa muy buena, de unos señores que la tratan muy bien –decía mi abuela a las vecinas, con lágrimas en los ojos. -Mi niña con lo “bruta” que es, espero que se adapte -remataba. Para mi tía, fue una tragedia, pero no había otra forma de seguir adelante. ¡Qué buena la señorita Luisa! Me daba mucha ropa usada, para mi madre y mis hermanas, y además me buscó un colegio interno para mi Anita y para mi Isidro, estupendo –decía mi tía, convencida. ¡Gracias a los señores, pudimos seguir adelante! Al final de sus días, mi tía Ángela, consideraba y defendía, que aquella Casa en Sevilla, en la Avenida la Palmera, le devolvió la vida, pero le costó adaptarse y lloró mucho.

         Trozos de vidas, trocitos de historias, cachos de sentimientos que van componiendo el puzle de la vida de mucha gente, víctimas del olvido y víctimas de la tragedia del franquismo. Olvidadas más de cuarenta años, enterradas en vida, estigmatizadas con el color y enfrentándose a una postguerra de miseria y hambre. Estas mujeres se fueron haciendo con la fortaleza que da el dolor y la tragedia, han tenido que irse componiendo, que ir peleando para subsistir, a veces, contra su propia familia: su prima Anita, su tío Salvador, su cuñado Bartolomé y la Rebujina. Gente que no comprendían la permanencia del dolor, del luto, de la tristeza, de la tragedia y de la vida marcada por su  desdicha. Contribuyeron día a día a su desgracia. Ellos no buscaron la compresión, ni la ayuda, ni el apoyo. Aunque sí aumentaron su dolor.

         Siguiendo con la historia de mi abuela María Vargas, que ya publiqué en mi blog: el día que fue el Sr Obispo de Huelva a verla, estaba en la cama muy enferma.  Le dio la extremaunción  y ella le pidió, que bendijera los libros de su nieto, que estudiaba para médico. Los libros estaban en una estantería de madera a los pies de la cama. El Sr. Obispo de forma casi mecánica, los bendigo y le deseo mejoría. ¡Dios nos proteja y nos acoja en su seno, Mariquita!  Fueron sus últimas palabras, y salió con el cortejo.

         Fue de gran ayuda, después de tres años, terminé la carrera de Medicina, entonces estaba en tercero. Como ya dije, mi abuela murió antes de que yo terminara Medicina, no pudo disfrutar, ni ver cumplido su deseo. Para ella era importante y hermoso, tener un nieto médico. Esto recompensaba algo toda su desgracia. Hay que tener en cuenta, que después de sus circunstancias personales, en aquellos tiempos ser médico era algo especial y excepcional. Los médicos ejercían un gran poder real y simbólico, para una población que había vivido tantos años en la miseria y el olvido, y en el caso de mi familia, más. El Rocío solo existía durante la romería. El médico tardó mucho tiempo en ir al Rocío  una tarde a la semana a pasar consulta.

         La idea de poner la relación de libros en aquella estantería, me la dio mi amigo Francisco Espinosa, que hablando del blog del http://www.elnietodeisidro.es/, le sorprendió ese relato y me preguntó por los libros que bendijo el Sr. Obispo. Le dije algunos y me recomendó que los subiera al blog, que le parecía un listado interesante.  No hay ánimo de nada, solo comprobar, después del tiempo transcurrido, lo que me valió la bendición del Obispo, al que le estoy agradecido. Hoy soy médico y sociólogo. Nada tiene tanto poder como la fe y la bendición, a parte del trabajo duro, diario y continuo.  

         Entre otros, los libros de la estantería eran: Manifiesto Comunista y El Capital de Marx; Los Conceptos Elementales del Materialismo Histórico de Marta Harnecker; La Antipsiquiatría de Laing; El Rayo que no cesa de Miguel Hernández; La Casa de Bernarda Alba de García Lorca; Bajo la Rueda de Herman Hesse; Psiquiatría y Antipsiquiatría de Cooper; La Psicología de Jung; La Hojarasca de García Márquez; La Mayoría Marginada de Basaglia; además de libros de anatomía, biología, estadística, histología y neurología.  En fin, este es el listado de libros, sin ánimo de exactitud, creo que me faltan algunos, de alguien que se abría camino y empezaba un recorrido tortuoso y difícil desde El Rocío a Sevilla, a la Universidad, a la Medicina, a la vida.  Mi abuela fue para mí una persona excepcional y fundamental,  e influyó de forma decisiva en mi vida, en mi desarrollo y en lo que hoy soy.  

Rafael López Fernández
Dos Hermanas, 25 de junio de 2012


lunes, 18 de junio de 2012

Miembros de la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía, se suman a la querella contra el franquismo en Argentina


Miembros de la Asociación ante el notario para sumarse
 a la querella en Argentina
         El día 13 de junio de 2012,  nos sumamos a la querella presentada en Argentina, contra la impunidad de los crímenes franquistas. Seis miembros de la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía, en nombre de ocho víctimas, nos adherimos a la querella. La jueza federal argentina María Servini de Cubría, "mantiene abierta una investigación a raíz de la querella presentada en abril de 2010 por abogados humanitarios de Argentina en nombre de familiares de víctimas del régimen franquista. La magistrada reclamó a España nombres de militares involucrados en aquella dictadura (1939-1975), listas de desaparecidos, de fusilados y de niños apropiados, así como la identificación de empresas supuestamente beneficiadas por el trabajo forzado de detenidos, entre otras medidas de prueba.

         La jueza había archivado inicialmente la denuncia por considerar que había investigaciones abiertas en España. Pero la Cámara Federal, un tribunal penal de segunda instancia, le ordenó indagar “si efectivamente” la justicia de ese país europeo estaba actuando. Así, la denuncia volvió a manos de Servini que, en ejercicio del principio de la jurisdicción universal, liberó este mes el exhorto solicitando gran cantidad de material probatorio, como el domicilio de agentes del régimen que aún viven y certificados de defunción de los que fallecieron. Para reforzar el pedido, los abogados querellantes presentaron a Servini un nuevo documento en el que subrayan que, después de 36 años de dictadura y otros tantos de democracia en España, “no sólo no existe ni siquiera una Comisión de la Verdad, sino que no hay un solo niño al que se le haya restituido su identidad”.

         El día 13 de junio, ante notario corroboramos el interés de sumarnos a la querella como víctimas directas y como familiares de los crímenes cometidos por la dictadura franquista y sus integrantes, durante más de cuarenta años, desde el 17 de julio de 1936 hasta el 15 de junio de 1977, a la causa 4591/10 “N.N. s/genocidio” del Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal nº 1,  de la ciudad de Buenos Aires- República Argentina. Aunque somos conscientes de la complejidad jurídica y administrativa de este tipo de Querellas, es la única vía que nos ha dejado el Tribunal Supremo y el resto de tribunales españoles, en el deseo de buscar Justicia para las víctimas y sus familias.

         Después de lo ocurrido con el juez Garzón en España y el desprecio de algunos tribunales a nuestras demandas, que ni siquiera se dignan en contestarnos, ni comunicarnos sus actuaciones, la ÚNICA VÍA DE JUSTICIA, ha sido buscar la aplicación de la JURISDICCIÓN UNIVERSAL, indudablemente fuera de España, donde los tribunales miren la causa sin la contaminación ideológica de muchos de los tribunales españoles.
        
         La jueza visitará España en julio/agosto próximo. Está interesada en visitar una fosa común y entrevistarse con familiares de desaparecidos. Desde la Asociación Memoria Histórica y Justicia de Andalucía, hemos invitado a la jueza a la fosa en la que estamos trabajando en Cazalla de la Sierra. Sería importante que la Sra. jueza pudiera asistir y comprobar directamente, la situación actual de la Memoria y de las Fosas en España y en Andalucía. Esto no ha sido posible con los jueces españoles.

domingo, 3 de junio de 2012

GARZÓN AFIRMA QUE EL CONSEJO GENERAL DEL PODER JUDICIAL DEBE SER ELEGIDO POR LOS CIUDADANOS.



Estuvo valiente y claro en la sede de UGT-Sevilla

Garzón en UGT
  Anteayer asistí, con un gran número de personas, a la sala de conferencias de UGT, que estaba a “tope”, con la gente de pie, a la primera conferencia de Garzón en Sevilla, después de la injusta sentencia del Tribunal Supremo, que lo inhabilitaba por once años. Estuvo magnífico. Fue recibido con un aplauso cerrado y prolongado. De todos es conocido, el desarrollo que ha tenido la inhabilitación de Garzón: un juez “progresista”, Luciano Varela, que admite a trámite una denuncia de Manos Limpia y Falange, con la ayuda y las correcciones del propio juez, ¡inaudito!; una derecha molesta por haber sido cazada en el caso Gürtel, un Supremo insensible a las víctimas del franquismo y con un deseo de quitarse de enmedio a un juez molesto, eficaz y con criterio.

Garzón me sorprendió, lo encontré firme, seguro y con más fuerza que otras veces; seguramente el lugar era reconfortante para él. Recordé los esfuerzos que tuvo que pasar para llegar a juez, una persona de un pueblo andaluz, hijo de trabajadores, que se hizo a sí mismo. No se lo perdonan. Los jueces son una casta impenetrable e inamovible. Todo esto cuenta, a parte de su acción decidida por las víctimas y por la legislación internacional. Un Juez UNIVERSAL inhabilitado en España por defender a las víctimas del franquismo. ¿Hay mayor contradicción?
Paco Marín y Garzón

La conferencia sobre “De la Universalización a la Globalización” puso de manifiesto como los poderes públicos han pisoteado la Declaración Universal de Derechos Humanos, en aras de una Globalización económica, impuesta por los mercados, que en nada ha servido para consolidar y mejorar las relaciones humanas y el bienestar del mundo que nos toca vivir. La Declaración de Derechos Humanos no se cumple en casi ningún país del mundo: se sigue con las ejecuciones extrajudiciales; con los crímenes de mujeres; con la muerte de niños por la injusticia y el hambre; con la muerte de periodistas y de defensores de los DDHH, etc. Además, añado yo, aquí en España, se sigue sin dar una respuesta digna a las VICTIMAS DEL FRANQUISMO. Este Gobierno ha disminuido la cantidad de dinero destinada a las exhumaciones y a proyectos de memoria; ha cerrado la Oficina de las Víctimas de Franquismo y la Guerra Civil; ha impedido que la Justicia avance en el apoyo a las víctimas y a sus representantes: La fiscalía ha impedido la investigación, alegando la Ley de Amnistía, nadie en este país, salvo las víctimas, están por que busquemos, entre todos, una solución a un problema general que muchos, por ideología, no son capaces de ver, aceptar y comprender.
Paco leyendo lo que le ha escrito Garzón en su libro
Garzón hizo un discurso valiente, poniendo el dedo en la llaga de los problemas del Estado: con la corrupción; con la falta de cumplimiento de la Ley Universal de DDHH; con la falta de información a la ciudadanía; con lo oscuro y opaco de la gestión de los gobiernos;  con las contradicciones del primer mundo sobre el desarrollo y el hambre del tercer o quinto mundo; con lo paraísos fiscales, porqué existen y porqué se mantienen  (más del 50% de las empresas del Ibex tienen dinero en paraísos fiscales), con la solidaridad, continúan reduciendo el presupuesto del 0.7%, etc. Para Bankia y los suyos, el dinero sobra.

Hay que pedir responsabilidades ante la gestión de la crisis de éste y otros gobiernos; hacer visible los rostros del mercado;  hay que acabar con tanta corruptela, tanta desfachatez y tantas injusticias; hay que pedir transparencia de la administración y del Estado; hay que implicar a los ciudadanos en el poder, en definitiva, hay que aprovechar esta situación, para mejorar la Democracia y al País.
Rafael López Fernandez
1 de junio 2012

miércoles, 30 de mayo de 2012

FRANCISCO RODRIGUEZ ORTIZ, asesinado con 37 años en Extremadura.


Francisco Rodríguez Ortiz

Francisco Rodríguez Ortiz era natural y vecino de Granja de Torrehermosa (Badajoz) donde es detenido el 6 de septiembre de 1939 y permanece en prisión hasta su ejecución un año y casi cinco meses después, el 24 de enero de 1941.
El 11 de septiembre presta declaración, por primera vez, en Azuaga. Es encausado por “rebelión militar” (Causa 865) en Consejo de Guerra Permanente (sumarísimo de urgencia) celebrado en Mérida el 14 de octubre de 1940, cuyo juez instructor fue Miguel Domenech Guerrero
Era bracero y no sabía leer ni escribir. Estaba casado con Josefa Santiago, con quien tuvo cuatro hijos: Carmen, Celestino, Pepita y Francisco.
Al parecer, Francisco había huido del pueblo y, según su propia declaración, sirvió en zona roja en la Compañía de Carretera nº 63. Al terminar la guerra y, como tantos inocentes e ingenuos, sin nada que temer, vuelve a su pueblo. La excusa para su detención es una denuncia de asesinato a Máximo Spínola formulada por Pedro Spínola Cárdena.
Él declara que “no ha intervenido en nada, nada más que en saqueo de la escopeta y no habiendo intervenido en ninguna cosa. Que lo único que hizo es hacer guardia en la Cruz Roja, de día, pues la noche la pasaba en casa porque su mujer estaba dada a luz”.
Poco se sabe de su vida, aunque hay dos hechos documentados que rebelan, seguramente, la personalidad de un hombre bueno y querido por sus amigos y su familia. Y debía ser inteligente porque promueve su defensa y lucha por su vida con los pocos medios a su alcance: el testimonio de sus amigos y una carta dictada por él donde pide clemencia a sus despiadados verdugos. Ya él en su declaración de inocencia añade que “pueden garantizar su conducta en esta localidad don Rafael Gahete de la Torre (médico con quien había prestado servicios en el hospital de la Cruz Roja) y Antonio Santiago (El Esquilao)”.

Y son esos dos amigos más Juan Sánchez Núñez, los que avalan en su pueblo a Francisco Rodriguez y aportan una declaración escrita y fechada el 14 de agosto de 1940 en la que hacen constar “que conocemos a nuestro convecino Francisco Rodriguez Ortíz, mayor de edad, casado y le acreditamos de buena conducta no conociéndole intervención delictiva durante el dominio de los rojos en este pueblo”. El alcalde Manuel Ramirez Seco “garantiza” al final de la declaración a las personas que han firmado el escrito como de derechas y afectas al glorioso movimiento nacional. En un mundo de miedo y delaciones, es de valorar este testimonio de sus amigos para intentar salvarlo, porque todos sabían ya a esas alturas que era arriesgado defender a un rojo.
Por otra parte, tres días después de celebrarse el Consejo de Guerra, el 17 de octubre de 1940, Francisco Rodríguez dirige una estremecedora solicitud de clemencia al Auditor de Guerra de Mérida. Ya debe ser consciente de su cercano final aunque todavía no se haya dictado sentencia porque el fiscal había pedido para él la pena de muerte por rebelión militar y el abogado defensor, con la  afirmación de que “los hechos no están suficientemente probados”, había pedido la pena de doce años y un día de prisión. La carta, firmada con la huella de su dedo, dice:

“Ilmo. Sr.:
Francisco Rodríguez Ortíz, viudo, natural y vecino de Granja de Torrehermosa ante V.S.I. con la mayor consideración y respeto
Expone que habiendo sido juzgado en consejo sumarísimo el catorce del mes en curso y habiendo pedido el Sr. Fiscal para el dicente la última pena, teniendo en cuenta las acusaciones a todas luces falsas que de mi expediente se desprenden puesto que el denunciante D. Pedro Espínola Cardona también natural y vecino de Granja se encontraba ausente de dicho pueblo en los días que concurrieron los hechos que a mí, de una forma tan caprichosa, este señor me atribuye puesto que, Ilmo. Señor, yo ni siquiera tuve conocimiento hasta el día que comparecí ante el Señor Juez de hechos semejantes.
Pruebas puedo exponer a V.S.I. la de los Señores Médicos D. Rafael Gaete y D. Juan Merino, señores con quien estuve prestando mis servicios en el Hospital todo el tiempo hasta la evacuación del tan repetido pueblo.
Con todas las razones expuestas y para poder esclarecer con nueva información los hechos que de una forma personal se me imputan, es por lo que espero de V.S.I. conceda nueva revisión de mi expediente haciendo con esto uno de los mayores actos de justicia puesto que sólo pido resplandezca la verdad en este mi caso, salvándome a la vez de la degradante muerte a que hoy por petición, como antes digo, por el Sr. Fiscal estoy propuesto.
Suplicándole una vez más ser atendido en nombre de mis cuatro hijos, los cuales de una forma tan injusta quedarían sin amparo.
Viva, V.S.I. muchos años en bien de España y de su justicia.
Mérida, 18 de octubre 1940.”

Para los militares franquistas no sirvieron de nada  ni los avales ni la solicitud de clemencia, ni la certeza de dejar huérfanos de padre y madre a los cuatro hijos de Francisco, cuya madre, Josefa, había muerto unos meses antes de su ejecución. Se dictó sentencia el 21 de enero de 1941 y tres días después, el 24 de enero, a las 7 horas, es ejecutado
Seguramente el hijo más pequeño de Francisco y el que llevaba su nombre, sufrió siendo tan pequeñito todas las consecuencias de la orfandad absoluta, el hambre y el desamparo, que no pudo sobrevivir y murió con muy pocos años.
Los otros tres hijos lograron salir adelante y hoy, sus nietos Manolo y Miguel Ángel, hijos de Carmen, la mayor de los hijos de Francisco, honran la memoria de su abuelo y defienden los valores por los que, tan cruelmente, perdió la vida.
Sevilla 19 de mayo de 2012.
Concha Morón Hernández.

¿Buscando los huesos de mi abuelo, después de 87 años en una fosa común?

  Mi abuelo Isidro nació en Sena de Luna (León) y fue asesinado en Hinojos (tapias del cementerio) el 4 de septiembre del 1936 en aplicación...