En la calle Sanlucar, la choza de mi abuela María
Mi abuela María, Mariquita "la Chichara", supo salir de la tragedia del franquismo y del asesinato de mi abuelo Isidro. Tenía cinco hijos y , cuando le dieron la noticia de la muerte de mi abuelo, le dio una especie de síncope, calló al suelo en la calle, frente a la consulta de D. Ángel, cerca de la puerta lateral de la iglesia de Almonte, que la asistió, y como consecuencia de la caída y el dolor por la muerte de mi abuelo, abortó su sexto hijo. Ella nunca lo dijo. Nunca contó la tragedia de su vida, nunca nos habló mal de nadie.No nos inculcó ningún tipo de rencor. Pero la figura de mi abuelo, impregnaba en silencio toda nuestras vidas, pero nadie contaba nada, nadie hablaba de nada. Solo el suspiro, la lágrima escapada de forma oculta, los pañuelos negros, la ropa negra, las tocas negras, y..."niño tu no te metas en política". Esta frase irrumpió en mis sentidos, mucho tiempo, como un mantra que inundaba la choza y el deseo de salir de allí, de buscar, de encontrar respuesta.
Mi abuela amasaba para la calle, hacía pan en un horno de leña, cuidaba gallinas y se buscaba la vida. Los fascistas de Almonte, guiados por una de sus primas, una noche, entraron por la marisma, por el corral, como nosotros decíamos, y le destrozaron el horno de leña. Ella, creyó morir, lloró y pidió a Dios ayuda, sus hijos todavía chicos, la consolaban y pedían auxilio a los vecinos. Entre todos arreglaron el horno y mi abuela siguió con su lucha: si tiraban una enrramá, recogía la leña y la traía a cuesta; hacía y vendía hallullas, exquisitas con aceite y bacalao o aceite y azúcar; asaba galápagos y poco a poco, fueron pasando los años.
Cuando empecé Medicina, para ella era un gran orgullo, se le llenaba la boca hablando y contando. Un día, estaba acostada enferma en mi casa, y no sé porque, vino a verla el obispo de Huelva, ella le contó que tenía un nieto que estaba estudiando para médico y lo único que le pedía era que bendijera los libros que estaban a su lado en una estantería. El obispo, se sorprendió, pero lo hizo. Ella murió feliz al saber que su nieto, después de tantas fatigas, llegaría a ser médico. Ella murió antes. Le dedico todo mi cariño.
Mariquita la Chichara e Inés la tábana y yo |
Esta foto recoge un momento en la choza de la Calle Sanlucar de El Rocío, es de las pocas que recoge un encuentro con mi abuela. La de el pañuelo. Desde esta misma choza, sacaron a mi abuelo para fusilarlo el 4 de septiembre de 1936.